26.11.14

Replay. Capítulo 5.

A la mañana siguiente, me desperté en mi nueva cama. Las luces artificiales brillaban triunfantes sobre las cabezas de todas las chicas que nos encontrábamos en la habitación.
Me despegué la ropa de mi cuerpo sudoroso, mientras miraba que una niña de más o menos cuatro años intentaba bajarse de una litera, sin obtener buenos resultados.
Me levanté de la cama y me acerqué a la pequeña, que seguía sentada en su colchón de cinco centímetros.
—¿Cómo te llamas, cariño? — le pregunté, agarrándola de las caderas y bajándola de una vez.
—Molly— dijo, cuando la dejé en el piso.
—¿Y cuántos años tienes?
Levantó una mano y señaló tres con sus dedos.
—Mamá me dijo que estos— miró su mano de nuevo, sin entender—, ¿Cuánto es?
Sonreí.
—Tres años— me arrodillé, de forma que estábamos a la misma altura—. Yo me llamo Alanis, y tengo dieciocho.
—¿Cuándos son dieciocho? — me preguntó.
Pensé cómo podía hacer esto. Después de todo, yo trabajaba en mis últimos días en la guardería de mi viejo vecindario. Levanté mis dos manos, abiertas y con los dedos extendidos.
—Aquí hay diez, pero los dedos no me alcanzan— dije—. ¿Me prestas algunos tuyos? — le pregunté.
Levantó sus manitos, abiertas como las mías, y le hice bajar los dos pulgares.
—Dieciocho— anuncié, y ella me sonrió.
—¿Molly? — la voz de una mujer adulta traspasó la cortina que cubría la puerta, y una anciana apareció—. Molly Dunner, aquí estás niña.
—Hola, señora Havin— saludó Molly a la anciana, sonriente—. Adanis me estaba enseñando a hacer dieciocho— dijo—. No tengo tantos dedos, así que me va a tener que prestar algunos, señora Havin.
La anciana me miró y me sonrió.
—Alanis, ¿Verdad? — no me extrañó que conociera mi nombre, creo que lo vería como algo normal. Avanzó hacia mí y me estrechó la mano—. Me llamo Angela Hardin— yo sabía que Molly lo pronunciaba mal.
—Hola— dije—. ¿Desayunan aquí? — pregunté, sintiéndome hambrienta. A juzgar por las personas que había visto hasta ahora —no más de doce chicas, cinco niñas pequeñas, Jill, Trent, Allison y Cass—, la comida no faltaba, y eso me subía los ánimos.
—Claro que sí— Angela tomó la mano de Molly, que se estaba pasando un dedo por el contorno de su palma, muy concentrada como para darse cuenta de la conversación entre Angela y yo—. Debes ir a reclamar tu porción en la cocina. Yo ahora iré a llevar a Molly a su guardería.
¿Había guarderías en ese lugar?
—Muy bien, gracias— dije. Miré hacia mi ropa, la misma que me puse ayer, y luego miré a Molly—. Adiós, Molly.
—Adiós, Adanis— me dijo, y sonreí.

Me dirigí hacia la sala de estar. Sabía que ahí debía de haber una indicación sobre el paradero de la cocina. Me choqué a varios niños caminando alegremente por los pasillos, y luego llegué a sala común.
No estaba tan arrebatada como pensaba.
Varios adolescentes habían colgado una lámina que hacía de tablero de dardos y se dedicaban a lanzarlos desde el sofá. No debían de superar los dieciséis, y uno no parecía superar los trece.
Cuando pasé por detrás de ellos hacia una puerta entornada, ellos no se percataron de mi presencia. Sacudí la cabeza. Hacía un par de meses que me había graduado de la secundaria, y me estaba  preparando para empezar en el próximo semestre la universidad. Me dolía que mi futuro no fuera lo que pensaba, pero creo que me convenía algo en ese momento.
Vivir el presente. No pensar en el futuro. Olvidar el pasado.
Abrí la puerta y el olor a pan recién horneado me atacó. La boca se me hizo agua, y cerré los ojos de pura satisfacción.
Cuando los abrí, observé una cocina enorme, y más allá, algo como si fuera un restaurante. Entré en el lugar, y miré hacia todos lados. Era tan cálido, que no parecía como si el mundo se hubiera terminado hacía dos días. Las paredes eran de madera, el piso de cerámicos. La cocina tenía todo lo necesario, y la electricidad funcionaba fenomenal.
Todo lo que había visto me hizo pensar que esto ya estaba hecho desde hacía tiempo.
No había muchas personas en las mesas ni en la cocina.
En la cocina había dos personas: un hombre de quizá treinta años y otro de cincuenta. En las sillas tampoco había tantas personas, pero dos me llamaron la atención.
Jill y su pequeño hijo, Jay.
Me acerqué a ellos. El pequeño era aún más pequeño de lo que pensé. Tenía tal vez la misma edad de Molly, y su cabello rubio estaba tirado hacia atrás. Estaba sentado frente a su madre, que le estaba dando el desayuno.
—Hola— dije, sonando tímida, algo que nunca me pasó. Era más bien extrovertida y agradable. En la escuela todos solían quererme. Existían las excepciones, claro.
Jill se dio la vuelta en su silla, y al verme su boca se frunció hacia arriba en forma de sonrisa.
—Oh, hola, Alanis— me saludó. Corrió una silla a su lado—. Siéntate con nosotros, por favor.
Jay me miraba sin reconocerme.
—Hola— me incliné en la mesa, mientras el pequeño se hacia un ovillo en su silla.
Jill miró a su hijo pequeño.
—Dile hola a Alanis, cielo— le dijo, y él me saludó con la mano. Jill se dirigió hacia mí—. Supongo que eso será todo por hoy— sonríe—. Puedes irte a la guardería ahora, Jay.
Jay se bajó de su silla y salió corriendo, dejándonos a nosotras dos solas.
—Es así desde que atacaron nuestra ciudad— dice Jill, mirando a un punto vacío—. Cass nos salvó, a los dos o quizá nosotros mismos nos salvamos... Pero a mi marido y a mi niña les tocó la peor parte— su voz sonaba atorada—. De eso ya pasaron tres meses.
—¿Cuántos años tenía? — le pregunté, pensando en su hija.
—Catorce— dice.
—¿Y Trent? — le pregunté.
—En la universidad, a miles de kilómetros de donde tiraron las bombas. Después de que Cass nos salvara, él lo fue a buscar y lo trajo hacia aquí. Dos semanas después atacaron el campus.
Miré a Jill, sin imaginármela con todo ese peso encima.
Se me hizo imposible.
—Lo siento— dije.

—No hay de qué sentirlo— sonrió, luciendo cansada—. De todos modos, iremos al infierno.

1 comentario:

  1. Hola!
    Te he nominado a un premio en mi blog
    http://berielle.blogspot.com/2014/11/premio-best-blog.html
    A demás te sigo, me pareció interesante Replay, así que creo que pronto volveré a pasarme para leerlo más detenidamente :D
    Un abrazo!

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